Interesante escrito de Claudia Martínez Fornara, una amiga de www.nattivos.com quien amablemente nos permitió tomar sus escritos que efectúa ella para la Columna de Opinión de Diario El Observador de Uruguay, y debido a su importante aporte a los ávidos de información acerca del emprendedurismo, no dudamos en copiarlo para nuestros lectores emprendedores.
«Para hacer un buen emprendimiento, hay que tener plata”, dicen muchos. Y si no nos ponemos a analizarlo demasiado, hasta suena muy lógico.
Si bien es cierto que hay ‘megaemprendedores seriales’ que extraen rentabilidad de una empresa para iniciar otra, y pareciera que siempre están multiplicando sus utilidades, creería que esto es sólo una ilusión, provocada por dos cosas:
a) La gran confianza que se tienen -y que irradian- estos emprendedores, porque ya saben que sí se puede, y esto les juega a favor para que les vaya bien. Y si en ese caso no les fuera tan bien, no dejaría de ser una excepción a la regla, porque confían en que lo natural es tener éxito.
b) La actitud de las personas que por el contrario creen que la afirmación es cierta, las cuales están usando ésta (y algunas otras frases más) como justificación de que en realidad quieren hacer algo, pero se les hace imposible, por falta de dinero.
Olvidémonos que existen los préstamos para iniciar una empresa.
Olvidémonos con más razón de los diferentes organismos con los que podríamos obtener un capital sin necesidad de reintegrarlo incluso. Ya sea porque no tenemos nada de dinero y debemos buscar una solución urgente o porque no queremos tocar nuestros ahorros, nuestra consigna será no tener nada o casi nada para invertir.¿Es posible lograrlo?
Les dejo algunas ideas que me han ayudado mucho a la hora de empezar un nuevo negocio, especialmente cuando tenemos acceso a una inversión muy limitada:
– Lo positivo de tener poco dinero, es que la creatividad se incentiva. Si tuviéramos millones, ni sabríamos qué hacer entre tantas opciones. En un caso de poco dinero (o nada), nos presionamos más y las ideas que surgen son mejores. El desafío de encontrar soluciones diferentes para una muy baja inversión, asegura que cada peso será mejor aprovechado que si tuviéramos más.
– Pensar en qué es lo que más nos gusta hacer. Hay menores chances de que nos vaya mal si logramos unir creativamente una pasión personal con una idea de ‘bajo costo’. Así que ingresemos en algo que nos encante ¡y que explicar qué hacemos en la empresa haga que la alegría se nos salga por los poros! De esta manera, echaremos a andar el engranaje empresarial, sin grandes inyecciones de capital, ya que se va a mantener funcionando con nuestra propia pasión.
– Comenzar a escribir alternativas de cero costo, o al menos ínfimo. Qué podemos incorporar de la experiencia que tenemos o los conocimientos que hemos adquirido para sumarle a esa pasión que decidimos convertir en empresa? Cómo le agregamos el “toque personal”, ese algo diferente que haga a nuestra idea única gracias a todo lo que hemos reunido en los años anteriores? Qué elementos de nuestra propia casa podemos aprovechar para no tener que comprar algo? ¿Podremos hacer en una primera etapa el 100% de las tareas? ¿Cómo podríamos reducir al máximo los costos? Los servicios son mejores para estos casos, no requieren un stock para salir a venderlos, y se van a producir una vez se comercialicen. Pero valen también ideas creativas relacionadas con productos. Y sería óptimo lograr vender antes de gastar.
– Bajar a tierra: Definir cuál será el modelo de negocios –¡y ordenarnos bien las ideas!-. Usar el Business Model Canvas de Osterwalder, el modelo de Lean Canvas de Maurya, o alguna herramienta similar que permita tener una visión global. Y recordar que es mejor empezar de a poco, con un puñado de clientes, y aprender mucho de ellos, para poder después dar un paso más y poder crear una buena oferta, más acorde a lo que efectivamente el mercado quiere.
– Animarse: Porque una cosa es tener la idea, y otra es efectuarla. Los miedos van a ser normales, pero en este caso puntual que nos planteamos sí que jugamos con mil a favor: haremos lo que nos gusta y a diferencia de los emprendedores con mucho capital, no tenemos dinero que perder, que usualmente es una gran causa que potencia el famoso miedo a dar el paso inicial. Si nos va mal, lo peor que obtendremos será una mejora de nuestras capacidades y habilidades, o tiempo –que no es perdido– dedicándole a una actividad que nos hace aportarle al mundo algo bueno que sabemos hacer. Y eso no suena tan mal, a decir verdad.
Ahora es tu turno: te desafío a pensar: ¿Cuántas ideas de negocio con potencial podrías crear sin necesidad de grandes inversiones de capital?
* Emprendedora. Docente de Administración en Facultad de CCEE (UDELAR) y Universidad de la Empresa (UDE). Directora de Consultora Plan A. (www.plana.com.uy)
Tomado de http://www.elobservador.com.uy/emprendedores/post/792/emprender-sin-dinero-es-posible/